Henry Spencer Sábado, 27 junio 2015

Voy a ser recontra aguafiestas con eso de las empresas que «apoyan» el matrimonio igualitario, ¿ya?

Empresas ya
El 4 de abril del 2014, y en plena efervescencia de la discusión por la #UnionCivilYa, Miss Cupcakes, la empresa de cupcakes de nuestra amiga Paloma Casanave, se pronunció a favor del proyecto de ley que otorga justos derechos a la comunidad LGTB, convirtiéndose así en la primera (¿y única?) empresa peruana en decir “aquí estamos y en esto creemos”.

Como es natural, y tratándose del país homofóbico en el que vivimos, le llovió la colección completa, enterita y recargada de trolls, pero qué paja ser trolleado cuando sabes que estás haciendo lo correcto y estás comunicando, sin miedo, las cosas en las que crees, ¿no?

Evidentemente, Paloma Casanave no hizo esto como estrategia de nada. Me consta que muchos clientes -o sea, no trolls anónimos, sino clientes con nombre y apellido- le escribieron mensajes bastante duros y hasta le hicieron un meme donde anunciaban el mal ejemplo que era (?).

Ayer, anunciado el matrimonio igualitario en todos los Estados Unidos, muchas empresas -al toque nomás. Aproveche la tendencia, caballero- cambiaron los colores de sus avatares y se sumaron al #LoveWins (“el amor gana”), la linda frase que reventó redes sociales.

Ha reventado en todas las redes. Foto: Los Angeles Times.

Ha reventado en todas las redes. Foto: Los Angeles Times.

Me parece increíble y felicito a estas empresas.

Pero, ¿dónde estaban cuando, en su país -sí el mismo país al que asocian sus marcas como estrategia promocional- se discutía la #UnionCivilYa?

¿Dónde estaban cuando todos cambiaban sus avatares y hacían activismo digital por la causa?

¿Dónde estaban cuando en el Congreso algunos mal llamados “Padres de la Patria” se bajaban el proyecto con risitas burlonas y una artillería de argumentos cavernarios?

¿Dónde estaban cuando la gente salía a marchar, a presionar, a hacer bulla en las calles para apoyar el proyecto?

Sí, pues. ¿Dónde estaban esas empresas? Tranquis, en Facebook, haciendo concursos y promociones.

Bien fácil es cambiar los colores de tu avatar y anunciar que el amor gana cuando La Casa Blanca y Disneylandia ya lo hicieron, cuando es tendencia mundial en redes -gracias a los huevos de otro país- cuando sabes que apoyando la causa vas a “ganar alguito”, porque ya pues, la batalla está ganada, ya es menos roche. Mándate nomás. Photoshopea, amigo.

“Pucha, todo suma. Es poco a poco”, me dice una amiga que chambea en una importante empresa.

Sí, todo suma. Seguro que sí. Pero las sumas que son sinceras, honestas, reales, anunciadas cuando las papas queman y cuando es bien probable que tu posición sea recontra impopular y trolleada, suman más y se sienten mejor.

Tiene razón Gio Infante, Director Ejecutivo del MHOL a quien respeto y he entrevistado muchas veces para la televisión y con quien muchas veces puedo discrepar:

“Más maravilloso aún sería que (las empresas) pasen de los arcoiris de este día a compromisos concretos en el día a día. Por ejemplo, que señalen en su publicidad masiva su postura a favor de la igualdad y que incorporen en ella representaciones positivas, que capaciten a todo su personal en respeto a la diversidad sexual, que creen programas de inclusión laboral para personas trans y de mejora del clima laboral para todos sus empleados LTGBI, que les reconozcan a ellos y sus parejas del mismo sexo los derechos que hoy el Estado nos niega, que en el marco de su responsabilidad social financien programas de promoción de derechos LTGBI”.

Eso, pues. Sumarte a una causa, hacer algo “históóórico” es mucho, muchísimo más que cambiar los colores de tu avatar.