Henry Spencer Martes, 30 septiembre 2014

Si eres fan de Nirvana, no puedes perderte este viaje a los 90

Hace 20 años, 1994, era usual ver y escuchar a Nirvana por todos lados.

Ahora, dos décadas después, también (claro está, ya como una leyenda).

Pero 1994 fue pajísima porque se vivía, respiraba, celebraba por-todos-lados-literalmente el rock.

“Los fanáticos de Nirvana no se preocupen”, decía Gonzalo en el Top 20 MTV, “la canción About a girl está bajando de posiciones pero acaba de ingresar al ranking el nuevo single del MTV Unplugged: The man who sold the world”.

Y ese cover de David Bowie lo escuchabas por todos lados, pues (y ese disco, “Unplugged in New York”, lo veías encima de los minicomponentes de las salas de todos tus amigos, con roche).

Yo coleccionaba recortes.

Andaba con la mirada atenta a cualquier artículo, especial, poster, notita pequeña, mediana o grande que encontraba en el diario, la revista, la publicación dominical (“huevón! qué caleta esta foto de Cobain”).

También coleccionaba revistas.

Pasaba por kioskos random y los inspeccionaba en busca de portadas de Nirvana, y las compraba todas.

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Con los CDs era más tranca, porque costaban 25 cocos (qué caros eran en los 90, no?) y tu plan B era chapar cassette en blanco para grabarlo de un amigo.

20 años después de todas estas experiencias, permanece en mí la misma curiosidad y pasión por conseguir cosas sobre Nirvana.

La verdad es que nunca quiero olvidar que viví eso.

Tal vez todas estas pequeñas grandes cositas que atesoro como un niño cuida sus juguetes más preciados las junté para, precisamente, no olvidar lo que viví, el tiempo que pasé, las personas que frecuenté, la música, la música tan paja que me hizo pasar de la tristeza a la alegría más grande y al ímpetu por hacer cosas.

Para mi sigue oliendo jodidamente a espíritu adolescente por todos lados.